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En el número de hoy...
Por qué la nueva medida de la UE será un retroceso en derechos digitales
Bruselas propone reducir tus derechos para ampliárselos a las grandes tecnológicas
Lo han llamado ómnibus pero tiene más bien forma de obús. Bruselas va a hacer retroceder varios años los derechos digitales de todos los europeos con su esperada y temida propuesta legislativa: el Ómnibus Digital. Bajo este rimbombante nombre lo que hay en realidad son dos propuestas normativas, el reglamento europeo ómnibus digital sobre acervo digital y el reglamento europeo ómnibus digital sobre inteligencia artificial.
Una cosa que sorprende bastante es que con este Ómnibus la Comisión está enmendándose la plana retocando normas que en el mejor de los casos habían comenzado a aplicarse hacía unos meses. Pero donde se han posado las primeras miradas afiladas es en la primera de las propuestas, que se mete de lleno en el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD). Una cosilla delicada.
Bruselas vuelve una vez más a reivindicar la necesidad de meterle mano a lo digital invocando el famosísimo informe Draghi que se presentó a mediados del año pasado. La Comisión le encargó al expresidente del Banco Central Europeo y ex primer ministro italiano Mario Draghi la confección de un informe que diagnosticara por qué Europa se había quedado atrás en términos de competitividad con respecto a Estados Unidos y China. El complejo de siempre.
Draghi presentó su informe con un tono apocalíptico. Llegó a decir que el RGPD había provocado que “el beneficio de las pymes tecnológicas se redujera en más de un 15%”. “Estamos matando a las pymes”. El problema es que citó erróneamente su propio informe: lo que exponía en el ensayo, de unas 400 páginas, es que las pymes europeas habían reducido en un 15% el potencial procesado de datos que podrían haber hecho por la aplicación de la norma. No es lo mismo.
La clave está en los datos
El RGPD es probablemente la norma más aburrida pero más esencial de todo el abanico de la regulación digital de toda la Unión. Aburrida porque la mayoría del público no se detiene mucho a pensar qué es un dato personal y por qué es importante preservarlo, protegerlo y evitar convertirlo en carnaza para el mejor postor.
Un ejemplo de ello es la gracia que me hizo leer un comentario en LinkedIn. La Agencia Española de Protección de Datos había sacado un comunicado explicando cómo son los datos que procesa y transmiten las nuevas balizas V16 obligatorias para los coches. Ahí me encontré con un comentario de Olmo: parece que a la gente le preocupa más estas balizas que lo que hacen sus teléfonos móviles. Equilicuá.
Pero, ¿en qué leches se mete este Ómnibus Digital? Hay para todo el mundo. Las propuestas en sí son un compendio de reformas a reglamentos viejos y recientes. Se detiene con especial ahínco con el Reglamento del Dato. Por ejemplo, si el Reglamento del Dato indicaba que las empresas podrían verse obligadas a ceder sus datos a gobiernos y empresas públicas por “necesidades excepcionales”, la propuesta de Bruselas cambia esa etiqueta por “emergencias públicas”. Restringe el escenario en favor del sector privado. Una idea de por dónde van los tiros.
En lo que al RGPD respecta, el Ómnibus Digital plantea, entre otras cuestiones, redefinir qué es un dato personal. Ahí es nada. Con la propuesta de Bruselas sobre la mesa, se considera dato personal todo aquel con el que la entidad/empresa que lo gestiona pueda identificar a una persona. Mi primer apellido es Ruiz. Qué os apostáis a que de repente para Meta mi apellido no es un dato personal, joe, cómo va a serlo, si ruices hay millones.
Podemos aceptar barco como mascota y asumir que el RGPD, en su redacción vigente, necesitaba retoques. Lo que no está tan claro es que la norma haya sido la culpable de esa supuesta falta de competitividad. Me inclino más a pensar en que la culpa está en la dejación de funciones institucional. Meta no ha conseguido cumplir adecuadamente con el RGPD en más de un lustro, por ejemplo. De ahí que en una sentencia histórica los periódicos españoles le puedan sacar (ya veremos) casi 500 millones de euros a la propietaria de Instagram por “competencia desleal”.
Reacciones
Sobre las implicaciones que tiene este Ómnibus Digital ya están corriendo ríos de tinta. Noyb, la asociación en defensa de la privacidad que preside el austríaco Max Schrems, ya prepara un informe detallado sobre ello. Schrems ya estuvo hace unos días muy enfadado porque un primer borrador de este Ómnibus Digital se estaba filtrando en redes (lo comentamos en la anterior newsletter). Algo ha cambiado desde el borrador a la versión final, y el escenario es igual de preocupante.
Itxaso Domínguez de Olazábal, asesora en la asociación de derechos digitales EDRi, hacía un análisis en el que destacaba que con la reforma del RGPD se permitiría, entre otras cuestiones, que datos de categorías especiales podría alimentar los datasets de una inteligencia artificial. Estos datos reciben la categorización de especial y pronto entenderás por qué: son aquellos relacionados con la salud, la orientación sexual, las opiniones políticas y religiosas…
La propia EDRi lanzaba un comunicado apenas horas después de conocerse los primeros detalles del Ómnibus Digital bruselense, advirtiendo que “podría desmantelar los cimientos mismos de la política de derechos humanos y tecnología en la UE”. “A pesar de los intentos de la Comisión por minimizar el asunto, el Ómnibus es una traición a la promesa europea. Están sacrificando la protección de las personas frente a sistemas de IA dañinos por promesas vacías de innovación. Cuando el dinero tecnológico fluye como el agua en Bruselas, ¿quién lleva el timón?”.
Son cada vez más las voces que denuncian un “atropello” legislativo. De hecho, que varias reformas de calado aparezcan atadas a un “gran paquete” hace que el debate público se atomice. Es un golpe bajo que además no conseguirá hacer más competitivo el sector digital europeo. ¿Cómo, si las grandes beneficiadas de esta desregulación serán las grandes compañías extranjeras?
¿Y ahora qué?
Este Ómnibus Digital no es el único ataque a los derechos digitales en el Viejo Continente. La sombra del Chat Control continúa (aunque por ahora se haya retirado de los órdenes del día de las reuniones del Comité de Representantes Permanentes de los Gobiernos de los Estados miembros de la Unión Europea). Ya hay reacciones políticas. El grupo parlamentario europeo S&D, al que se adscribe el PSOE español, considera que tal y como está expuesto el Ómnibus Digital socava mucha de la regulación vigente, lo cual resulta intolerable.
Ahora el texto lo tendrán que debatir los dos colegisladores de la Unión Europea: el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea (donde están representados los Veintisiete). Hasta que se alcance un acuerdo pueden pasar años.
Pero la sociedad civil también tiene voz. La puesta de gala de este Ómnibus Digital ya ha tenido respuesta activista, después de que las asociaciones Avaaz y WeMove Europe hayan lanzado sendas campañas de firmas con un eslogan bastante aterrizado. “Ursula: lucha por Europa, no por ellos”. La campaña aborda la posibilidad de que Bruselas obligue a Google a desinvertir en algunos de sus negocios, toda vez que en septiembre la propia Comisión concluyó que la multinacional del buscador había consolidado ilegalmente su monopolio publicitario.
En frente, claro, los lobbys. Las tecnológicas se gastan anualmente 150 millones de euros en hacer presión en los edificios comunitarios. Consiguen reuniones prácticamente a diarios con los europarlamentarios. Habrá que esperar para ver quién puede más, si sus millones o la capacidad de la sociedad civil de organizarse. Pero esa espera no podrá ser de brazos cruzados… Habrá que, por lo menos, mojarse los pies.

En breve…
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